lunes, 19 de marzo de 2012

257.- Río Alcanadre a su paso por Lascellas (Huesca)



257.1.- Puente de la N-240 sobre el Río Alcanadre ( Lascelles - Huesca).

Dijo no se quien no se cuando, aunque se que era inglés y que lo escupió allá por el siglo XIX, antes de que hubiera una red de ferrocarriles en España, que nuestro país jamás se desarrollaría porque su orografía impedía tender caminos al tren. No sabía este buen señor que del inconveniente se suele extraer la virtud, que de la escasez el método para el uso racional de las cosas. La selvicultura, la técnica para la explotación de los bosques sin agotarlos, se desarrolló como disciplina en Europa, donde los árboles son escasos, no en países tropicales donde abundan. La necesidad de dotar de viaductos y túneles a casi cualquier camino que se trace en casi cualquier rincón de España convirtió a nuestros ingenieros en los mejores del mundo. Tantos caminos en el aire, por necesidad no por capricho, han convertido nuestras carreteras, nuestros canales y vías férreas en breves paseos por el cielo. Cada día me gustan más estos puentes de pilares desnudos, a pesar de la fealdad del hormigón visto, porque parecen un desafío a que la próxima dificultad sea incluso más exigente. Son piezas prefabricadas que a veces ves transportar enteras por las autovías. En Despeñaperros son habituales los atascos por la agonía de esos camiones articulados al trazar las curvas cerradas de la A-4 en el puerto, a veces portando vigas inmensas, otras aspas de molinos de viento. A la altura del Río Alcanadre la N-240 se estira hacia abajo del precipicio para que el desnivel no se note. Un tobogán en curva precede al puente, y al llegar a su inicio y ver la honda fisura que el río ha creado en la piedra caliza es difícil no sentir algo de vértigo. No nací para volar, como prueba mi miedo a las alturas. Siempre que me asomo a un abismo temo caer por voluntad propia. Y si hay viento parece una incitación al vuelo. Apenas corre agua por el lecho del Alcanadre. También es escaso el caudal en el río de asfalto que lo sobrevuela. Llegué hasta la mitad del puente para fotografiar el eje del río, con muy escaso pasillo para caminar en el lateral de la vía. Algunos conductores hacían sonar sus claxons como protesta por mi temeridad. Supongo que algo de miedo portaba. Pero en la soledad no hay testigos. El beige de la roca en los paramentos casi verticales de la brecha en el terreno, el blanco ceniza del cemento fraguado, moldeado y estirado por las manos de un gigante, el azul lechoso de la franja inferior del cielo, la claridad de esta mañana, tan parecida a la de aquella, la palidez de tu rostro donde la luz de la fotografía se impone a tu piel morena. Para llegar hasta tí tendría que ser ingeniero, porque tu corazón fluye al fondo de un desfiladero que sobrevuelan mis sueños.



257.2.- Río Alcanadre a su paso por Lascellas (Huesca).

El Alcanadre es pura contradicción. Abre la roca en canal y vacía de vísceras el surco para encontrar su camino, como si fuera un río de montaña, al tiempo que al fondo de la trinchera traza meandros y fabrica playas de arena fina, como si fuera un río de llanura. El agua tiene filo, y es muy cortante porque el tiempo está de su parte, porque su falta de forma definida la dota de paciencia una infinita, capaz de superar cualquier obstáculo. La caliza es de color mostaza donde la sombra y del color del pescado ya cocinado donde el sol calienta. Hay un campo de labor en la terraza de la margen derecha y árboles que crecen muy juntos donde se juntan los paramentos verticales con los horizontales. Al final del camino que permite acceder hasta el lecho hay varios rulos de hormigón, vestigios de la obra del puente seguramente. La plataforma junto a la corriente es demasiado plana, está demasiado pelada de vegetación. Tal vez no sea obra del río después de todo, sino del hombre, que se cree con saber suficiente para ir corrigiendo en todas partes lo que hizo la naturaleza.



257.3.- Río Alcanadre a su paso por Lascellas (Huesca).

Al otro lado del puente, hacia aguas arriba del río, desaparecen las sombras. La futura A-22 cruzará el Alcanadre aprovechando la explanada del campo de labor de la izquierda para asentar el estribo oeste del viaducto. Más complicado parece la solución de la otra margen. Habrá de evitar el bosquete de pinos y la edificación, que parece ser una vivienda. Me gustaría estar allí para ver como lo han construido finalmente. Sería bonito volver a los lugares que estuve. Y alguna vez lo he podido hacer. Pero el tiempo normalmente pospone indefinidamente los reencuentros.



257.4.- Puente de la N-240 sobre el Río Alcanadre ( Lascelles - Huesca).

¿Por qué no pintar los puentes? En realidad no propongo camuflar como un camaleón la infraestructura para que se diluya en el paisaje hasta que parezca desaparecer. En realidad su presencia me gusta. El hombre también tiene cosas que decir en el paisaje. A lo que me refiero es a por qué no darle una coloración al material más acorde a su entorno. El verde de la vegetación es problemático porque los especies arbóreas visibles en la imagen son de hoja caduca por lo que el puente resaltaría más de lo normal en vez de menos en determinadas épocas del año. Pero una tonalidad en el cemento parecido al beige de la piedra caliza no lo creo complicado. En Lanzarote se ensayaron tonalidades para el asfalto de las carreteras parecidos al del malpaís, la lava solidificada, con el fin de integrar las vías de tráfico en el entorno. En todo caso, lejos de ser una agresión para la mirada, la visión del viaducto, la forma en que une una y otra orilla del desfiladero con la elegante curva de su plataforma, es sencillamente asombrosa.

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