jueves, 17 de noviembre de 2011

223.- Etapa 13 del CN del Guadiana. El Río Guadiana al pie de la Sierra del Campillo (Luciana - Ciudad Real)



223.1.- Etapa 13 del CN del Guadiana. El Río Guadiana al pie de la Sierra del Campillo (Luciana - Ciudad Real).

Una cierva apareció en mitad del sendero. Al verme huyó en la dirección errónea. En vez de dirigirse al río decidió ganar la espesura del bosque en la ladera de la monta. Trató de saltar el vallado cinegético y las patas se le quedaron enredadas entre la malla. La ladera detrás era empinada. En río discurría en ese tramo casi en una garganta. El encinar descendía la abrupta cuesta casi en vertical, con arbolillos distribuidos de forma muy irregular. Había mucha sombra en aquel paraje. Un escenario casi privado donde de repente los animales aparecían por doquier. Vi por el rabillo del ojo zambullirse en la corriente un galápago de caparazón muy oscuro. En el monte todo sucede tan rápido, es tan corto normalmente el lapso de tiempo disponible para ver aquel animal que se cruza en tu camino, que si no estás atento, rápido y tienes suerte te lo pierdes. Y no hay segundas oportunidades. Digamos en este orden de cosa que rocé con la punta de los dedos a la tortuga de río. La cierva seguía debatiéndose en el vallado. Su cuerpo se estremecía de miedo mientras lo sacudía para zafarse de lo que la aprisionaba. En realidad tan solo su torpeza y sus ansias mal empleadas. Tras unos instantes angustiosos lo logró, y con un brinco de atleta ganó el otro lado del cerramiento. Ya más tranquila subió el talud de la montaña, con una cierta parsimonia que venía a desmentir lo que había parecido un ataque de pánico. El Guadiana volvió a escindirse en dos brazos. Uno de ellos, el situado junto al camino, parecía tan quieto que más que cauce fluvial parecía laguna. Me detuve para inspeccionarlo. Al acercarme al agua las ranas saltaban a mi paso, docenas de ellas, diminutas ranas de San Antonio (Hyla arborea), que trazaban en el aire parábolas perfectas para zambullirse en el río a cámara lenta. Lentas en el aire, se aceleraban de repente, parecían dispararse como balas, al entrar en contacto con el agua. El fenómeno de la difracción de la luz, pero aplicado al movimiento de anfibios. Había renacuajos y patinadores en las zonas más calmas. Fotografié el río a lo largo y traté de situarme en el mapa. Cuando encuentras la primera referencia todo se esclarece. Luego las decisiones llegan casi solas, sin necesidad siquiera de meditarlas. ¿Qué es ese reflejo en el agua en la esquina inferior izquierda? Tiene el contorno de un corazón, deformado por el peso de la columna de agua o de lo que siente. No se lo que es pero lo sospecho. Soy una tumba porque no me concierne. O tal vez si y es una historia que no debe ser contada. Lo que no trasciende es como si nunca hubiera ocurrido, lo que no es pronunciado nunca acaba de ser verdad del todo. La duda elimina la certeza y el silencio es la duda absoluta.



223.2.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vado en el Río Guadiana (Luciana - Ciudad Real).

Un kilómetro más adelante tenía que cruzar a la otra orilla y el lugar era este, un vado a la altura del Arroyo de la Pizarrilla. Yo lo pase sin problemas a pesar de su anchura, pero tengo claro que un usuario del Camino Natural lo encontrará excesivo, el tener que cruzar a las bravas. En otras etapas por un ahí es nada los gestores del Camino Natural del Guadiana han colocado pasarelas. Aquí, donde más se necesita, brillan por su ausencia las ayudas al caminante. Y el problema es que la imagen está captada a finales de septiembre, en el final del verano, con caudal mínimo en el río. Habría que ver este vado en noviembre o febrero. Ya hemos visto que en las navidades de 2010 una crecida del río derribo un puente al principio de esta misma etapa, a menos de 10 kilómetros río arriba. Así que a la incomodidad se une la inseguridad. Cuando me paré en la orilla para sopesar las posibilidad de poder cruzar el Guadiana con el 4x4 una gineta (Genetta genetta) apareció en la otra orilla, justo a la altura del vado, en el pasillo sin vegetación. Al principio creí que era un zorro, pero era más pequeño y con la cola más esponjada. era como un limpiador de tubos, densa, gruesa y cilíndrica. Que fuera realmente una gineta es una conjetura mía después de mirar fotografías, porque nunca antes había visto una en el monte, y tampoco me dio tiempo a tomar notas. Fue otro indicio más para reafirmarme en la idea de que por aquellos lugares hace tiempo que no pasan personas.

Al cruzar las aguas sentí esa emoción infantil que se tiene al hacer algo que entraña un riesgo incierto y que uno piensa que jamás podrá hacer. Me sentí como en un really de aventuras. Supongo que las posibilidades eran ínfimas, pero si el 4x4 se hubiera quedado parado en mitad del cauce habría sido divertido sacarlo de allí, encontrar ayuda en mitad de ningún sitió un viernes por la tarde en un sitio inaccesible para grúas. No creo que exagerase porque mismamente dos días antes mi coche quedó tirado en otro lugar del camino Natural y hubo de ser rescatado. Aunque eso es otra historia que contaré cuando toque. Me hubiera gustado estar acompañado. Se que Patricia habría gritado de júbilo con la experiencia. A veces lo hace cuando se come un helado o se compra una blusa. El otro día, sin ir más lejos, después de ayudarla a completar una mudanza. También pienso en otra persona. Alguien que solo podrá ser real en el futuro en lugares tan recónditos como este lugar de Luciana, como mi corazón, como la noche cerrada.



223.3.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vado en el Río Guadiana (Luciana - Ciudad Real).

¿Un río que discurre corriente abajo ha de parecer como un río que se desangra?¿Por qué me lo parece cuando veo esta foto? Será mi estado de ánimo ahora. En realidad me lo pareció entonces, cuando iba dentro del 4x4 y capte la imagen desde el centro del cauce. El lecho del río adquiere pendiente y la corriente se acelera y desaparece en un estrechamiento y un pequeño recodo, como si fuera un desagüe. En 13 etapas recorridas del Camino Natural del Guadiana tal vez sea esta la única vez que lo vi adquirir paso alegre. Siempre calmado, sesteando, meditando sus pasos. A veces hasta detenido. Tal vez quisiera adquirir su mismo ritmo para fingir que yo también puedo escapar del camino trazado, de mi destino, del surco decidido desde siempre

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