jueves, 7 de julio de 2011

145.- Laguna Nueva de la Dehesa Boyal de Torrejoncillo (Cáceres)



145.1.- Laguna Nueva de la Dehesa Boyal de Torrejoncillo (Cáceres).

Una dehesa boyal es aquella cuyos pastos son aprovechados de forma comunal, por todos, después de establecerse unos turnos o reglas. En esta dehesa del municipio de Torrejoncillo existe una laguna que es aprovechada como zona recreativa, ejerciéndose la práctica de la pesca. La presencia de lucios (Esox Lucius) en la masa de agua suponía un peligro para el resto de especies piscícolas, por tratarse de un voraz depredador de gran tamaño. Los ejemplares de edad de la especie se adueñan de los tramos de río o lagunas, convirtiéndose en amos y señores de su territorio. Como se trata de una especie introducida es mal vista por los ecologistas, que consideran, puede que con razón, no soy experto, debe frenarse su expansión por el territorio y erradicarlo donde se pueda. Es lo que se denomina el descaste del lucio. Suele emplearse como método la pesca eléctrica, que básicamente consiste en enchufar electricidad en las aguas para aturdir a los peces que viven en ellas. Aquellos que quedan indefensos, adormecidos o entumidos, son capturados con una red de pescar y extraídos del agua, donde ya quedan a merced de los pescadores. Si se está realizando un censo se devuelven al agua después de haber identificado a que especie pertenecen, haberlos medido y pesado. Si se trata de eliminarlos pues tajo y a la cesta.

En la laguna de la imagen se pretendía eliminar los lucios presentes en ese momento con este método, para potenciar la presencia de sus presas, en especial las especies deportivas, truchas y carpas. Especies que son objeto de pesca y dan una rentabilidad a la administración en forma de venta de licencias. No parece una gran masa de agua, por lo que las posibilidades de encontrar cobijo donde ocultarse del predador son menores. El descaste del lucio es una práctica polémica. Hay quien sostiene que eliminar a los grandes ejemplares lo único que hace es liberar de su yugo a sus congéneres más jóvenes, por lo que al final del proceso se tendrán más predadores y el estrago sobre las poblaciones del resto de especies se incrementará en ves de disminuir. Hay que aclarar que la capacidad reproductiva del lucio es tremenda. Una hembra puede depositar en la freza hasta 180 mil huevos. En estas condiciones parece complicado que de una sentada se puedan eliminar todos los ejemplares presentes, es decir, capturar también a los más pequeños. A otras personas simplemente les horroriza el espectáculo de ver a cuatro personas metidas en el agua electrocutando peces para luego pasarlos a cuchillo.



142.- Zona recreativa anexa a la Laguna Nueva de Torrejoncillo (Cáceres).

Un buen ratejo, como habría dicho mi amigo Jose Ignacio, me llevó conseguir este encuadre casi perfecto, donde se equilibra cielo y tierra, y el arbolado, que esta a caballo entre ambos, ya que está presente en los dos ámbitos, está representado de forma armoniosa. Por poco no incluyo por completo el rodal, de ahí el "casi". Algún ejemplar situado atrás y a la izquierda queda omitido en la imagen. La masa de arbolado probablemente esté compuesta por robles. En fotografía y sin follaje yo no doy un duro por mi capacidad de distinguir entre especies arbóreas, pero creo que acierto. Antes en estos sitios habían barbacoas para que los visitantes asaran carne o lo que quisieran. Ahora todos fingen que no, pero hasta el pavoroso incendio de Guadalajara no era raro ver merenderos con elementos ex-proceso para encender fuego, incluso en bosques de primera categoría. Y anda que no da gusto asarse un filete de panceta en mitad del monte. Además panceta de pueblo. En teoría no tiene porque ocurrir nada, pero una imprudencia puede ocasionar un desastre, y siempre es mejor prohibir que regular y organizar las cosas. Porque no hay quien nos organice, quien nos imponga normas, que para eso nacimos más chulos que nadie los españoles. Y porque la administración no cuenta con medios. No se puede enviar un guardia civil a cada lugar donde alguien decida hacerse una paella. Bastante difícil es vigilar a los que queman rastrojos de las cosechas como para ponerse a hacerlo con los que se hacen la comida o la merienda en el campo.

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