sábado, 18 de junio de 2011

128.- Playa de Múskiz (Vizcaya).



128.1.- Playa de Múskiz (Vizcaya).

Solo en el norte es posible una playa de verano y una montaña al fondo cubierta de prados verdes. Solo en el confín del la tierra, donde bate el mar que viene del norte. Frente a la playa de Múskiz los barcos dragan para extraer arenas del fondo. Material que es utilizado para rellenar las explanas portuarias del cercano puerto del Abra Exterior. En el peñasco que cierra la playa un bosquete de eucaliptos (Eucalyptus globulus) parece trazar una cresta en la cabeza de roca cuyo rostro mira al Cantábrico. cielos quietos, bajíos y arenas color salmón pálido. Llevo botas de escalada. Soy como una astronauta con escafandra caminando por un trigal, como un operario con mono de trabajo en el baile de palacio. Las distancias enormes me difuminan en el paisaje en los ojos de la gente.



128.2.- Playa de Múskiz (Vizcaya).

También la llaman la Playa de la Arena. Parece que hasta tiene sentido que se utilice su costa cercana como cantera de arena. Es inmensa y hermosa. Y si no está repleta de gente es porque uno sospecha que en el entorno de Bilbao deben existir innumerables rincones en la costa igual o incluso más hermosos. Al otro lado del enorme peñasco verde por la hierba aun fresca en pleno junio se encuentra mi destino de hoy, el Abra Exterior, el nuevo puerto de Bilbao, construido fuera de la ciudad. Llevan años trazando explanadas portuarias. No es la primera vez que lo visito. En aquella otra ocasión se trataba de los muelles 2 y 3. Esta vez el dique de Puente Lucero.



128.3.- Playa de Múskiz (Vizcaya).

Quizá por la profundidad de la playa el ecosistema dunar se ha conservado en parte. No ha hecho falta ganar espacio a sus espaldas para que sea amplia, con varios centenares de metros de profundidad. Aun así es incompleto, apenas una acumulación de arena con algunos vestigios de vegetación natural. Pero al menos pueden verse esos rastros, lo cual es mucho en un litoral, el español, en que este tipo de ecosistema ha sido borrado en casi todas partes y brilla por su ausencia. Siempre pensé que aquellos pinares de piñonero que había que atravesar en las playas entre Tarifa y Algeciras eran una anomalía. Pero no, entre la playa y tierra adentro siempre debería existir una zona de dunas, más o menos grandes, cubierta por especies botánicas adaptadas que ayudarían a fijarlos. En Múskiz los senderos de acceso a la playa han borrado en parte este ecosistema. Pero algo queda, y no es poco.

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