miércoles, 27 de octubre de 2010

63.- Praderas de las Vistas del Sol (Madrid)



63.- Praderas de las Vistas del Sol (Madrid)

Esta imagen es una de las más habituales en las postales de Madrid. Me temo que los turistas que la ven en una tienda de souvenirs normalmente vuelven a casa sin saber donde está este lugar. Pues en el Campor del Moro. Las Praderas de las Vistas del Sol es su paseo central, aunque diría que no traza su eje de simetría. Al fondo de la imagen puede verse la fachada trasera del Palacio Real, que le da sentido a la hermosa lengua de hierba verde en pendiente ascendente. La fotografía es incapaz de transmitir la sensación de haber realizado un hallazgo nada más acceder al parque y darse de bruces con esta insólita perspectiva del real sitio.

A media ladera puede verse la famosa Fuente de los Tritones, de origen desconocido, pero de la que existen datos ya en los tiempos de Felipe IV, a mitad del siglo XVII, cuando este rey ordenó situarla en los jardines del Palacio de Aranjuez. Aparece en los cuadros de Velázquez, lo cual es refrendo de su importancia, al menos para la Historia del Arte. Probablemente se trate de un conjunto escultórico de origen italiano, labrado en el siglo XVI, en los tiempos en que el estilo barroco acababa de presentar sus credenciales, ofreciendo una alternativa al tardío estilo renacentista que ya empezaba a sestear en brazos de los dulces cuadros de Corregio, llenos de querubines y angelotes traviesos.

En al menos dos ocasiones que recuerde he visto novios recién casados o preparando un book del futuro evento, pululando por aquí para hacerse fotos con el uniforme de guerra. En una de esas ocasiones eran varias las chicas vestidas con el traje de novia, así que me imagino que alguna agencia que organiza enlaces matrimoniales debe ofertar la visita al Campo del Moro para dar empaque real a algo cuya trascendecia se me escapa, no por nada, sino por que probablemente jamás vaya a vivirlo.

Y más allá de ambas márgenes de este riachuelo de hierba se extienden los bosques domesticados del Campo del Moro. Ärboles que tal vez conocen los acontecimientos de varios siglos. Siempre es doloroso traspasar la cancela del recinto real y abandonar esta isla de quietud a un tiro de piedra de la M-30 y del lugar donde La Roja celebró su primer Campeonato del Mundo de Fútbol.

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